viernes, 10 de octubre de 2008

LA EDUCACIÓN SEXUAL COMO ESPECTÁCULO

DEL ANTEPROYECTO DE LEY A OTRAS PERSPECTIVAS.


Ha sido un espectáculo. La sexualidad humana nuevamente está en el tapete en Panamá, pero otra vez, con un fuerte matiz político y económico.
Se deja ver por quienes están de acuerdo con el anteproyecto de ley, que en Panamá la gente realmente no está informada sobre sus derechos sexuales y la salud reproductiva. Se buscan especialistas para que “aporten ideas” y se descalifican a los adversarios del anteproyecto. La realidad se ha teñido de espectáculo.
Panamá, un país con poco más de tres millones de habitantes, alcanza cifras preocupantes en el renglón del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y, las autoridades buscan reducir esos porcentajes con una nueva Ley, que implica la información y la educación sexual a los adultos y menores de edad.
Los que se oponen a ciertas concepciones enfocadas en la el anteproyecto de Ley, hacen la crítica de que con éste, no se establece una postura de la sexualidad, un tanto integral, y se refuerza el concepto de que con preservativos, se es responsable; cosa que en honor a la verdad, deja mucho que decir.

LA INFORMACIÓN

La información sobre sexo está a la orden del día en muchos lugares. Resulta asombroso cómo se presenta al público, la intimidad entre un hombre y una mujer. Las chicas salen sin mucha ropa en los periódicos y revistas, y de eso pueden dar fe todos los que tengan ojos. El sexo es, pues, algo que vende y los modelos sociales relacionados con este tema, reflejan el estereotipo de la mujer objeto; con lo que se refuerza el arquetipo del hombre machista latinoamericano, que hace de la mujer, su propiedad; como en la antigua Roma, con el pater familias.
En la Internet, la radio, el cine y la televisión la situación no varía. Aunque en Panamá existe regulación relativa al uso de la Internet y la prohibición del acceso de menores de edad, a páginas pornográficas en los Internet Cafés, a los adultos no les está vedado el recurso de acceder a dichas páginas, en la intimidad de su hogar u oficina.
La pornografía, se ha estudiado, resulta un mensaje de estímulo para la actividad sexual, y no es de extrañar, que quienes la ven, se hagan adictos, como sucede con cualquier otro vicio. Lo más inquietante, además de esto, resulta que los modelos estereotipados transmitidos por los mensajes pornográficos, no sólo degradan al hombre, sino que también lo hacen con la mujer, que además de objeto, puede llagar a ponderar la posibilidad de hacer dinero con el sexo; y no verlo como algo humillante, que atenta contra la Ley de Dios.

LA EDUCACIÓN SEXUAL

La educación sexual que recibe la juventud dista mucho del marco integral que se plantea a diario la sociedad. Existe cierto grado de amnesia, por decir lo mínimo. Con demasiada frecuencia se plantea que para ser responsable, hay que usar preservativos y, se dejan a un lado los valores cristianos del individuo.
Se piensa que la actitud responsable es cuidarse de una posible enfermedad como el SIDA, o el Papiloma Virus, pero se descarta la verdadera razón en que se funda la relación sexual. Se habla de “sexo seguro” y se implantan modelos que van contra la familia, cuando se dice, por ejemplo, que: “Una pareja tiene derecho a disfrutar”; sin tomar en cuenta que la relación hombre-mujer, implica mucho más que el placer. Después, son las estadísticas las que arrojan que en un alto porcentaje, el número de niños y niñas que nacen en Panamá, proceden de relaciones no cimentadas en un matrimonio. Esa es la educación sexual que se recibe en el pequeño país centroamericano.
Por eso, la situación conflictiva. Recientemente se publicó en el diario La Prensa, que la Dirección Metropolitana del Ministerio de Salud había hecho un registro sanitario de las “trabajadoras del sexo”. En la información, se indica que “2 mil 650 trabajadoras sexuales están registradas en el programa de Higiene Social de la Dirección Metropolitana del Ministerio de Salud”. ¿Pero, se puede pensar, en pleno siglo XXI, que alguien pueda dedicarse al “trabajo del sexo”? Entonces, dónde está la parte moral del asunto. El sexo, no puede ser considerado “un trabajo”, pues, es parte de una concepción equivocada de la sexualidad; además de atentar esta percepción – como ya se planteó – contra los valores cristianos. El sexo en tales condiciones, mejor sería ubicarlo como parte de una esclavitud, o de una actividad aberrante y humillante del ser humano.

LA REALIDAD DE LOS JÓVENES

A menudo se habla sobre los jóvenes, como si ellos o ellas, fueran producto de una “generación espontánea”. Se deja a un lado su entorno social, y se centra el discurso en una conducta determinada. La solución – dicen algunos – es que los niños y adolescentes sepan usar los preservativos. La Iglesia ha señalado en su Doctrina Social, que con la unión entre un hombre y una mujer, hay otra concepción de la existencia. No se trata de un acto meramente animal; se trata de un plan de vida, de un “caminar juntos” por los senderos de Dios, en función de la santidad de los cónyuges. De eso se trata todo aquello de la sexualidad.
Al seguir esta orientación, se recuerdan las palabras de los Padres del Concilio Vaticano II, en la Constitución gaudium et spes, cuando afirman que la Iglesia “puede ofrecer al hombre, instruida por la revelación divina, una respuesta en la que se describa su verdadera condición humana, se expliquen sus debilidades y, al mismo tiempo, se pueda reconocer rectamente su dignidad y su vocación” (GS, número 12).
Los jóvenes en este contexto, mal pueden imitar patrones de conducta consecuentes con su responsabilidad, sino los observan de los adultos; que hablan, pero no practican lo que dicen que hacen. Ser responsable no es pagar una pensión alimenticia, porque alguien lo ha demandado. Ser responsable no es unirse para tener el denominado “sexo seguro”, y después expresar la famosa frase: “Si te he visto, no te conozco”. Ser responsable implica todo un plan, conforme a los designios de Dios, y no a los caprichos de quienes manejan el negocio del sexo; que dicho sea de paso, genera millones de dólares en todo el mundo. Sólo en España, se estima que el sexo como negocio, mueve 470 millones anuales, de acuerdo a una información suministrada por MSN.
Así, al ver el manejo del tema de la sexualidad en los medios de comunicación social, y lo lucrativo que resulta para ciertos sectores, la concepción equivocada del sexo; se pude apuntar, que eso de la educación sexual, de la que algunos hablan, es sencillamente, un espectáculo.

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