miércoles, 30 de diciembre de 2009
LA MEJOR NOTICIA
Es la mejor noticia del año. El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz....
Os ha nacido un Salvador. Se trata de un hecho trascendental para la humanidad; para creyentes y no creyentes; tanto para hombres, como para mujeres; tanto para ricos, como para pobres; tanto para adultos, como para niños.
Las lecturas bíblicas hacen referencia a un hecho importante para el pueblo de Dios. El Hijo de Dios habría de venir al mundo, pero los suyos no le reconocerían (Jn 1, 1-18). A sus hijas las traen en brazos y una multitud de camellos y dromedarios de Madián te inundarán. Y a ti, Señor, llegarán las riquezas de los pueblos. Son palabras – aunque no textuales – expresadas por el profeta Isaías (Is 60, 1-16).
En efecto, y tú Belén, no eres la más chica dentro de las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el Pastor de mi pueblo, según cita el evangelista San Mateo (Mt 2, 6).
Son narraciones de especial significado para el creyente. Os ha nacido un Redentor. Por eso hay una gran alegría en los corazones de quienes le han recibido. Pero, aquel niño será signo de contradicción. Para otros representa una amenaza, como sucedió con Herodes, que al saber del nacimiento del Mesías, se sobresaltó, y con él, toda Jerusalén (Mt 2, 1-5).
En este contexto, el mundo ha recibido la mejor noticia del año. ¿Quién podría decir que no? El ser humano de hoy vive en constante zozobra. A unos les cuesta mucho llevar algo a la mesa, mientras que a otros ya no les dan más sus “graneros”, para acumular riqueza; que dicho sea de paso, muestra el amplio espectro de la injusticia social. Esta situación, a todas luces constituye más que un escándalo, porque impera un orden económico que no se ajusta a principios morales, y que más bien, apela a aquella idea maquiavélica de que “el fin justifica los medios”.
Las Escrituras reflejan la forma de proceder de Dios, que es contraria a lo que piensa el hombre. Dios se manifiesta primero a los más sencillos, a los humildes de corazón. El nacimiento de Cristo representó más para quienes no pertenecían a su pueblo y para los menos favorecidos socialmente, que para aquellos que por lógica debieron recibirlo. Pero la forma de pensar del hombre no es igual a la de Dios.
Ya el profeta Isaías se refiere a esta última idea cuando dice: "Buscad a Yavé mientras pueda ser hallado, llamadlo en tanto que está cerca. Deje el impío sus caminos, y el malvado sus pensamientos, y vuélvase a Yavé, que tendrá misericordia; a nuestro Dios, que es rico en perdones. Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni mis caminos son vuestros caminos, dice Yavé”. (Is 55, 6-8).
Así, el Evangelio refleja la forma de proceder de Dios, que no es igual a la del hombre. Jesús nace en un pesebre, en una gruta de las que habían en la región, pues no encontraron posada. ¿Cuántas veces no se topará el hombre moderno, con igual circunstancia? No hay caridad, no hay posada, no hay vacante, no hay espacio para quienes practican un cristianismo realmente comprometido.
No obstante, la situación de hoy sigue siendo de alegría para quienes, como los pastores, han ido al encuentro con el Mesías y, en medio de su pobreza como hombres, han hallado a Cristo. Ha sido y será un camino lleno de obstáculos, pero Jesús nunca les dejará solos.
Y en este mismo plano están los que, como aquellos Magos de Oriente, han reconocido a Jesús como Dios y siguen un sendero que les conduzca al Mesías. Convencidos de lo que significa la estrella, emprenden su camino todos los días, en este peregrinar diario, al encuentro de Cristo. No se trata de nada romántico, pues, en el recorrido hay muchos Herodes, que buscan arrebatarles la vida a los más ingenuos, o a los que no han depositado su confianza en el Señor Jesús. Pero para éstos también se ha pregonado la buena noticia: Os ha nacido un Salvador.
Por eso aquello de la mejor noticia. Se trata de un hecho trascendental, que cambió el rumbo de la humanidad: Os ha nacido un Salvador.
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