Una reliquia es lo que queda del cuerpo de personas beatificadas o canonizadas por la Iglesia Católica. Pueden valorarse también como reliquias, aquellos objetos que pertenecieron a las personas beatificadas o canonizadas. Así, los vestidos, instrumentos u objetos que hayan utilizado estas personas, pueden ser consideradas como reliquias.
Las reliquias insignes son el cuerpo entero, la cabeza, los huesos de un brazo, una mano o una pierna de la persona que fue canonizada o beatificada por la Iglesia.
Existen otras dos clases de reliquias, como lo son, las reliquias notables y las reliquias mínimas. Las primeras son partes del cuerpo, pero que no conforman un miembro completo, como partes de los huesos. Las segundas son pertenencias de reliquias insignes o notables, como trozos de tela que hayan tocado los huesos de las personas canonizadas o beatificadas.
En el caso de Don Bosco, la reliquia que estuvo en Panamá fue la del tipo "insigne", que consiste en restos del cuerpo de Don Bosco (un brazo y una mano).
Al evento asistió el clero de Panamá y el cardenal y arzobispo de Tegucigalpa, Óscar Rodríguez Maradiaga, quien participó en una de las Eucaristías celebradas durante la ocasión, en la Basílica Menor Don Bosco.
Según el diario La Prensa, en su homilía, Maradiaga se refirió a la situación que vive Panamá, y solicitó a los cristianos ser más sencillos y honrados.
San Juan Bosco nació en Castelnuovo de Asti, Italia, un 16 de Agosto de 1815 y desde muy joven respondió al llamado de Dios. Fue ordenado sacerdote en 1841 y enviado a Turín, donde instituyó el Oratorio para jóvenes inmigrantes, pobres y abandonados. En su obra utilizó el Método Preventivo, que consiste en formar a los muchachos, en base a la razón, la religión y la amabilidad.
Don Bosco creó talleres de artes y oficios, que con el tiempo se transformaron en escuelas profesionales. En ellas se educaba integralmente (formación técnica, intelectual, moral y religiosa; además de la actividad física).
Juanito Bosco, como también se le conoce, fundó la orden de los Salesianos y falleció el 31 de enero de 1888, a los 72 años, en Turín. Fue declarado santo por el papa Pío XI, el 1 de abril de 1934, 46 años después de su muerte.